“Cuando uno va a un taller, te
cuentan diferentes cuestiones: desde abusos, desde falta de alimentación, desde
cómo es que les va mal, que tienen peleas, hay mucho bullying”, relata Claudia
Chini, licenciada en Comunicación Social y Especialista en Docencia
Universitaria, al describir su experiencia en los talleres que su
organización, Defender la Vida, realiza en Misiones.
“La violencia está más
instalada, es como un factor súper desencadenante, y te van contando todas sus
problemáticas. Nosotros solemos ver talleres en toda la provincia; según la
zona a la que uno visite, hay un mayor conocimiento de esto, de manejar las emociones”,
agregó y destacó que la capacidad de los jóvenes para gestionar sus emociones
varía según la región donde viven.
En este contexto, Chini se refirió
a los complejos desafíos que enfrenta la prevención del suicidio en la
provincia. Destacó cuán importante es una comunicación responsable por
parte de los medios de comunicación y subrayó que “cuando se publican
suicidios de manera incorrecta, hay un riesgo de que se repliquen los
suicidios”. Según sus estimaciones, el impacto de un suicidio no se limita a la
persona que toma esta trágica decisión, sino que afecta profundamente a entre
30 y 50 personas de su entorno, lo que subraya la necesidad de abordar el tema
con extrema sensibilidad y respeto.
La especialista hizo hincapié en
que la narrativa utilizada por los medios influye en la percepción pública y en
las reacciones de otras personas en situaciones vulnerables. Ante esto, sostuvo
que la comunicación debe ser “responsable” y “sin contar el método por el
que la persona decidió quitarse la vida, sin nombrar detalles dolorosos. Sobre
todo, teniendo mucho cuidado con la familia”, explicó Chini, quien aboga por
una cobertura mediática que evite la estigmatización de las familias y amigos
de las víctimas.
Además, mencionó que en el
campo de la salud mental en Misiones “faltan profesionales que se quieran
capacitar, que les interese, porque no necesariamente tienen que ser malos
profesionales, pero trabajan en otro ámbito”. Esta escasez se traduce en una
falta de atención adecuada para personas en crisis, lo que agrava la
situación. “Tenemos que lograr que más chicos jóvenes quieran estudiar
psicología; falta un camino enorme para tener los profesionales que
necesitamos”, subrayó la especialista, quien considera fundamental incentivar
la formación de nuevos psicólogos y psiquiatras comprometidos con la prevención
del suicidio.
Asimismo, Chini señaló que la falta
de recursos humanos en el ámbito de la salud mental no es el único desafío,
pues los miembros de las familias enfrentan dificultades para entablar un
diálogo abierto con sus hijos adolescentes. Ante esto mencionó: “Hoy en
día, entre los chicos que están con la tecnología y los padres que están con el
trabajo y también la tecnología, hay poca comunicación. Es tratar de tener la
mayor comunicación posible con nuestros adolescentes”.
Según Carla Chini, las
estadísticas informan que la franja etaria más vulnerable al suicidio está
entre los 16 y 24 años, con una prevalencia mayor entre los varones. Este
grupo enfrenta una presión social para alcanzar el éxito, lo que a menudo
conduce a una baja tolerancia a la frustración. “Todavía estamos en una
cultura donde se le adjudica al hombre como el proveedor, como el que tiene que
trabajar para sostener una familia, tiene que tener algo de éxito para poder llevar
su vida adelante. Está muy vinculado a esta carga que se le adjudica al hombre
y al que siempre se le enseñó desde chiquitito: ‘No llores, el hombre no
llora’”.
En definitiva, según Carla Chini,
es necesario que la comunidad en su conjunto juegue un papel activo en la
prevención del suicidio. En este sentido, destacó la importancia de que padres,
docentes y amigos estén atentos a los signos de alerta y trabajen juntos: “Hay
que tratar de hacer una red y que los chicos no se sientan culpables por contar
lo que les dice un amigo. Entre otras cosas, trabajamos en eso y en fortalecer
las habilidades que pueden salvar a una persona, como hacer deporte, hacer lo
que les gusta, y fomentar la sociabilidad, que se perdió bastante con la
pandemia”.